Skip to main content

Estamos construyendo nuestra nueva web y pronto estará terminada. Disculpa las molestias.

¿Tenemos un problema con las oposiciones?

En mi trabajo, veo a diario cómo muchas personas reducen sus opciones hasta llegar a la conclusión de que su única salida es esta: preparar una oposición.

Y ojo, que no es cualquier cosa. Es, entre otras, una opción para afortunados, porque estudiar a tiempo completo implica tener un medio para sobrevivir mientras lo haces. Además, es un reto brutal, exigente a nivel físico y mental, que consume años, paciencia y energía. Y, por desgracia, muchas veces no da frutos, porque las plazas convocadas no son infinitas.

¡Qué cantidad de mentes brillantes invierten años en preparar oposiciones, no por vocación, sino porque sienten que no hay alternativas!

¿Y por qué? Pues muchas veces porque emprender da más vértigo aún. Nos han enseñado que arriesgarse es cosa de ricos, o que ser “autónomo” es sinónimo de precariedad, de trabajar 24/7 en una tienda sin muchas comodidades, que es algo terriblemente inestable e inseguro…

Y con esa mentalidad… ¿quién se atreve a hacer algo diferente?

Los adultos proyectamos nuestras inseguridades, frustraciones y miedos. Y en lugar de abrir horizontes, muchas veces los cerramos:
“Haz una carrera, luego oposita. Así estarás tranquil@”.

Pero… ¿y si no?

¿Y si no hay un único camino?

El problema no es la universidad. Ni las oposiciones.
El problema es que las tratamos como la única opción posible. Como el único camino “seguro”.

Y ahí, amiga, amigo, nos estamos equivocando. 💡

El mundo necesita diversidad: mercerías, peluquerías, artesanos, cuidadores, programadores, filósofos, profes, repartidores…

Habemos de todo porque necesitamos de todo.

➡️ ¿Y si lo que mejor se te da no está en la universidad?
➡️ ¿Y si lo tuyo no es lo que “toca” según los estándares sociales?
➡️ ¿Y si te estás perdiendo a ti mism@ por seguir un plan que no es el tuyo?

Nada es seguro

No necesitamos construir nuestras vidas en base a una seguridad absoluta. Porque, spoiler: nada es seguro.

La enfermedad, el amor, el miedo… o la propia muerte pueden cambiarlo todo en un instante.

Y quizá —solo quizá— dedicar tus mejores años a seguir un plan “seguro”, como una oposición que te lleva a un trabajo que ni amas ni odias, no sea la mejor forma de vivir.

Ni para ti.
Ni para la sociedad.

Una historia real (y reveladora)

Hace tiempo, unos alumnos me contaron que querían estudiar Filosofía. ¡Filosofía!
Yo, henchida de orgullo, les escuchaba. Hasta que una compañera les preguntó:

—¿Y qué vais a hacer después?
—La única opción posible: opositar —dijeron, encogiéndose de hombros.

Y enseguida empezaron a hablar de FP y profesiones “con salida”.

Ahí no pude evitarlo y salté:

“¿Queréis estudiar Filosofía? ¡Hacedlo! Que esos cerebros maravillosos se vuelquen con todo su potencial creativo en buscar alternativas. ¡Canal de YouTube! ¡Twitch!
Contadle al mundo qué quiso decir Platón con el carro alado.
¡Analizad el mito de la caverna a lo generación Z!
Compartid esa emoción por el saber con quien nunca la ha sentido.
¡Ayudad a otros a disfrutarlo también! ¡Contagiadles!
Sois jóvenes, guapos, listos… ¡marketing puro!”

Y cuando me di cuenta, llevaba diez minutos dándoles la chapa.

Me estoy haciendo mayor. Obviamente.

Pero es que tenemos una responsabilidad con nuestra gente.
Y “nuestra gente” no es solo nuestra familia: es todo el mundo.

Así que, si algo te apasiona, se te da bien, o simplemente te apetece probar… hazlo.

No tiene que ser para siempre.
No tienes que tenerlo todo claro.

Pero que no sea el miedo lo que te detenga.
Porque ahí, colega… es donde la cagamos siempre.

It is easier for a happy person to get rich than for a rich one to conquer happiness.
So do what makes you happy, and the rest might come easier
😉

Hay que atreverse.

Leave a Reply